De dónde vienen los niños.

Clarita abrió la puerta con decisión y entró a la sala, dejando atrás todas sus dudas. Era mucho más grande de lo que esperaba: ante ella se abría una especie de anfiteatro presidido por un amplio estrado rodeado de butacas. El lugar estaba lleno de figuras ansiosas y expectantes que, desde sus asientos, no perdían detalle de la gran pantalla que había sobre el estrado.

Encontró un asiento libre entre las últimas filas y se abrió paso hasta él sorteando las rodillas de los que ya estaban sentados, dejando a su paso un reguero de tropiezos y excusas «Perdone. Perdone. ¿Me permite? Perdone. ¿Está ocupado? ¡Gracias!».

La pantalla cambiaba cada pocos segundos, mostrando nombres, lugares y otros datos. Y cifras, muchas cifras que subían sin cesar. Los espectadores reaccionaban a estos cambios al instante, a veces con admiración, otras con desprecio, muchas con indiferencia y siempre con inquietud, mirando a cada paso si alguien del público se levantaba o hacia una señal. A veces se levantaba alguien y se dirigía al estrado, y entonces los demás le ovacionaban, o le abucheaban, o le miraban con envidia o hacían toda suerte de comentarios.

Al poco de observar lo que estaba sucediendo Clarita decidió que no comprendía nada de nada y se animó a preguntarle a su vecino en la fila.

─Disculpe, no entiendo bien de qué va todo esto, ¿me podría explicar que están haciendo?

─Vaya. ¿Es tu primera vez?

─Creo que sí.

─¿Has ido a canjear ya?

─¿Canjear?

─Mira, vete primero a información y haz el canje. Después ya podrás volver y entrar en la subasta.

─¿Subasta?

─Allí te explicarán todo.

─Comprendo. ¿Podría…?

─Claro, yo te guardo el sitio. Ve, y no tardes, que hoy están saliendo unos destinos buenísimos.

No tardó mucho en localizar «información»: En un lateral de la sala había una cola esperando ser atendida ante una lujosa ventanilla. Se colocó en último lugar y comenzó a leer los folletos de la pared para distraer la espera.

─¿Católica? ─ Le preguntó de pronto el joven que la precedía.

─Pues… yo creo que sí, pero no lo sé muy bien, la verdad. ¿Se supone que…?

─Es lo mejor, hay que tener siempre las opciones abiertas. Hoy por ejemplo están saliendo muchos destinos protestantes, y total, en el fondo no hay tanta diferencia.

─Esto… ya, no hay diferencia.

─No, no la hay. Y si saliera algo bueno entre los mormones, pues mormón que se haría uno. Vamos, que si el destino es fetén, yo me vuelvo amish si hace falta.

─¿Amish?

─Si, bien mirado no es tan malo. No te tienes que preocupar por cosas como decidir qué ponerte por las mañanas o comprobar si tienes saldo en el móvil.

─Ya… pero… no sé si lo entiendo. ¿Qué tiene que ver eso con…?

─Es tu primera vez, ¿no?

─¿Tanto se me nota?

─Bastante. Entonces supongo que no tendrás muchos créditos…

─Muchos ¿qué?

─Créditos, chica. Para eso estamos en la cola: te los canjean y ya puedes entrar en la subasta de destinos.

─Me parece que voy comprendiendo. Pero, ¿cómo puedo saber los créditos que tengo?

─Ahí te los calculan, no te preocupes. Pero, vamos, siendo tu primera vez no van a darte muchos, a no ser que… ¿Hiciste algo importante? ¿Méritos? ¿Honores? ¿Alguna heroicidad? ¿algún récord de algo?

─Pues… no que recuerde, la verdad.

─No, la verdad es que no tienes pinta de…. Y milagros, ni hablamos. Pero, bueno, ¿viviste mucho?

─Hasta los dieciséis.

─¿Tan poco? ¿Y eso?

─Bah, una estupidez. Mi chico me dejó por otra y fui tan tonta que me tomé una caja de pastillas.

─¿Te suicidaste por esa idiotez?

─En realidad no, solo quería llamar la atención. Eran laxantes, ¿sabes? pero resulta que yo era alérgica al excipiente y… aqui me tienes.

─A ver: Dieciséis, suicida y gili… descuidada. ¡Eso se llama desperdiciar un buen primer destino, si señor! En fin, no pienses te van a dar muchos créditos, no. En realidad, no sé si has hecho bien en venir a esta sala, la verdad.

─¿Tú crees?

─Si, aquí por menos de doscientos no vas a conseguir nada. Mira, el destino que está en pantalla ahora, va ya por los cuatrocientos y no dejan de pujar, y no es más que una familia obrera en Niza que ¡ni siquiera tienen wifi en la casa!

─¡No me fastidies! Entonces ¿qué puedo hacer?

─Pues… de momento espera a ver que te dan, pero yo que tu me iba planteando irme a la sala budista y pillarme allí una buena reencarnación.

─¡¿Que quéee?!

─Oye, no es tan malo, chica. Con eso sumas créditos y, dependiendo de lo que vayas cogiendo, con dos o tres vueltas puedes hacerte con lo suficiente para venir aquí y buscarte un buen hogar en un país en condiciones. ¿Cómo te crees que he hecho yo para sumar quinientos? He pasado por gusano, lagartija, ñú, otra vez gusano ─es que le cogí gusto, oye─ y por último cobaya.

─Joder, pues si que te habrá costado.

─Ya te digo. Pero aquí me tienes, yo hoy acabo naciendo en un adosado en las afueras, con su calefacción, su cunita del ikea, sus juguetes del imaginarium y la colección completa de películas Disney en bluray esperándome. ¡Como tiene que ser! El que algo quiere, algo le cuesta.

─Ya, sobre todo lo de ñú, ¿no?

─¡Ni me hables! Estaba tan harto de hacer el tonto en la manada que a las primeras de cambio me tiré a los cocodrilos. Salgo en un documental y todo, ¿sabes? Mira, si alguna vez vuelves a nacer humana y tienen tele en la casa, busca en el canal del Geographic algo sobre el Serengeti o algo así. De los tres ñús que se caen al río, yo soy el del cuerno izquierdo astillado.

─Pues no sé que decirte, por lo que me cuentas eso de nacer humana me parece que va a tardar. Debería hacerte caso e irme al sitio budista ese, ¿no? Tal vez pueda pillarme una vida tranquila, de mariposa o de colibrí o algo así. Es que me van los colores vivos, ¿sabes?

─¡Esos están solicitadísimos! Tal vez para una próxima reencarnación. No quiero engañarte, chica. Me has caído bien. De momento, con lo que te van a dar, no creo que puedas aspirar a mucho.

─¿A gusano por lo menos?

─Hmmm… Mira, de cactus no estarías mal. ¿Te lo has planteado alguna vez?

─Pues… no, la verdad.

─Es cómodo, ¿sabes? Solo tienes que echar una flor al año, y los que se pinchan son los demás.

─Visto así, la verdad…

─Chica, te dejo, que ya es mi turno. ¡Buena suerte!

─Igualmente, muchas gracias.

─Y ya sabes, acuérdate: National Geographic, el serengueti, ¡el del cuerno astillado…!

 


 

Esta entrada llega a petición de Luces y Sombras, quién con sus palabras me dio la inspiración, pero sobre todo con un desliz me proporcionó la clave de esta historia:

Vaya fregado te has metido 😂😂😂
Por qué nacemos donde lo hacemos y no en otros lugares… quien nos coloca con esos padres??
Sañudos

¿SaÑUdos? ¡Bendito error tipográfico que me ha regalado el personaje, media trama y el epílogo! Un comentario con tanta risa emoticona no podía generar sino una historia de humor, y la pregunta existencial no queda sin respuesta: En este supuesto, somos nosotros quienes escogemos a los padres… a la medida de nuestros ahorros. ¿No es un punto de vista interesante? Y real como la vida misma: ¡Así escogen esposo las mujeres de los futbolistas!

24 Comentarios

  1. Es una historia buenísima. Yo no quiero reencarnarme, con una vida tengo más que suficiente, jaja. Pero pobre muchacha, creo que no va a tener créditos ni para reencarnarse en una ameba… pasarán los siglos y la veo esperando a que alguien se apiade de ella.
    Eres todo un crack, Israel.
    Un abrazo.

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